jueves, 6 de agosto de 2015

C have sismo

Para hablar sobre el socialismo en estos tiempos que corren, nos parece que es imprescindible dedicarle buena parte del contenido de esta obra, lo más dilatadamente que nos permita nuestra ignorancia, a la misión de examinar eso que se hizo llamar chavismo, aunque quizás lo correcto es que debió haberse llamado Chavezismo ya que está basado indudablemente en el culto de una personalidad, pero seguramente el mercadeo no hubiese resultado tan efectivo y por tanto la marca hubiese adolecido de ciertas particularidades que de seguro fueron detectadas por los encargados del marketing político (diríamos que el término correcto a utilizar sería el de marketing politiquero, pero la realidad parece apuntar a que la frontera entre estos dos términos político y politiquero ya hace mucho desapareció), por lo cual se decidieron por la denominación de chavISMO. Muchos pensaran y con sobrada razón que cotejar una nimiedad como el chavismo con algo con tanta trascendencia histórica como el socialismo es
una “tremenda exageración” sin embargo guste o no dar este crédito, al menos en Latinoamérica el resurgimiento de las “ideas socialistas” renacieron a partir de este movimiento. El renacer del resurgir de las ideas socialistas mediante el chavismo vino dado obviamente, más como consecuencia de cálculos políticos electorales que por el impulso por parte de este movimiento de una visión doctrinaria de este sistema de “organización económico-social” (aún cuando esto último será seguramente el subterfugio que darán los izquierdistas para justificar su apoyo o participación en el chavismo), sin embargo igual sirvió, que es en la práctica lo que realmente ha importado,  para enarbolar las banderas de las luchas sociales y con esto poner nuevamente de moda el socialismo.

Hablar de chavismo es igual a hablar de votos en razón que absolutamente todo su pensamiento y su acción están dirigidos a mantener el poder por la vía democrática-electoral (triste pensar que hasta hace poco esto no solo sería una redundancia sino también un disparate) y con este objetivo en mente fue que orientó inicialmente todos sus recursos a entender al pueblo (en base a la aprensión inicial, la connotación que entendemos le da el chavismo a la palabra “pueblo” y que por tanto desde aquí le daremos también al hablar de chavismo es: “el ~70% de la base electoral”) y de allí que supo diagnosticar de manera profunda y precisa la situación que estaba atravesando el pueblo venezolano y supo entender que el "ciudadano común", cuando está económicamente bien, está conforme con los preceptos del Capitalismo (o al menos le son indiferentes), pero cuando está mal le empiezan a parecer como justos los del Socialismo,  por lo que la jugada obvia era relanzar las ideas socialistas cubiertas con un manto de “aspiraciones sociales” y con ellas la gran promesa de la participación ciudadana,  la cual por cierto, muy a pesar de lo que piensan muchos no resultó  ser tan ilusoria para otros muchos. Y es que la atención, la participación y el poder que logre obtener y ostentar cualquier persona luego de nunca haberlas tenido, por más efímeras y fútiles que le puedan parecer a alguien, resultaran perpetuas y trascendentales para esta persona. Al pensar que todo lo logrado por el chavismo a nivel del control social ha sido solo como consecuencia de la obtención por parte del pueblo de dadivas materiales provenientes de la bonanza petrolera y/o de la esperanza de recibirlas, no se estaría solo subestimando a este movimiento, sino en mayor medida se estaría sobrestimando las aspiraciones materiales del pueblo, subestimando los lapsos de espera que están dispuestos a aguardar para la satisfacción de estas aspiraciones y aún más relevante, subestimando las aspiraciones anímicas del pueblo.  El chavismo no subestimo o sobreestimo, según sea el caso, estas aspiraciones sino que las entendió y actuó en consecuencia, pudiendo lograr que por encima de todo, las aspiraciones anímicas, del target que fue identificado y hacia el cual estaba dirigida su maniobra, fuesen íntegramente cubiertas a pesar que las aspiraciones materiales fuesen cubiertas en mucho menor medida y de manera deficiente, y nada mejor para alcanzar dicho logro que echar mano a la utópica noción de la “igualdad social” del socialismo, para establecer un plan que permitiese cubrir estas aspiraciones anímicas, aunque ello significase que parte de los ingredientes de la receta de dicho plan tuviesen que ser: la impunidad, la irresponsabilidad, la ineptitud, la anarquía y la revancha.

Ciertamente una de las cosas que hay reconocerle al chavismo, es que logró un diagnostico detallado y acertado de lo que sentía y quería el pueblo (valga decir ~70% de los votos) y con este diagnostico logró trazar su “hoja de ruta” para la consecución del control social sostenible, que incluso por qué no, se pudiese pensar que terminaría siendo una apetencia del pueblo. Es así como el chavismo le dio a ese pueblo, vale decir a sus socios (suponemos que en socialismo cabe dicho término) justamente lo que deseaban y que consideraban como derechos denegados históricamente que debían ser resarcidos, sin embargo, el problema es que a este movimiento no le importó si estas gratificaciones eran correctas o perniciosas y si iban en detrimento del desarrollo y la sostenibilidad del país, lo relevante era poder satisfacer lo básico o primitivo que sentía y quería ese pueblo, más allá del discernimiento entre lo bueno o lo malo. 

Si nos abstrajésemos de nuestras percepciones sobre lo bueno y lo malo quizás pudiésemos entender la validez de lo que siente y quiere dicho pueblo. Empezando por lo que siente, podríamos especular que como cualquiera, siente, justificadamente o no: rabia, impotencia, envidia, pereza, etc. y lo que seguramente quiere es algo que compense, aplaque o elimine estos sentimientos y para ello pudiésemos decir que querría: la paz, la justicia, etc., pero más bien continuando con las especulaciones y siendo más mundanos mejor diríamos que seguramente lo que querría para cada uno de estos sentimientos sería, para la rabia: venganza; para la impotencia: revancha; para la envidia: poder y riqueza; para la pereza: lo que sea que lo libere de las responsabilidades, las culpas y la autosustentación; … y para el etc.: un poco de cada una de las anteriores. Antes de establecer cualquier juicio no solo de lo aquí expresado sino también del autor, recordemos que el ejercicio requería por un lado abstraernos de lo bueno y de lo malo y por otro lado tener presente que son sentimientos que afloran en cualquiera de nosotros y en cualquier ocasión y que la respuesta que damos no es ni cercana a las que aconsejan la moral y las buenas costumbres. Hagámonos algunas preguntas: ¿Qué se siente y qué se quiere si un comerciante lo engaña?; ¿qué se siente y qué se quiere si alguien se beneficia justa o injustamente con algo y usted no?; ¿qué se siente y qué se quiere si su patrono lo despide injustificadamente (“es obvio” que la opción justificadamente nunca tendrá cabida)?; ¿qué se siente y qué se quiere si alguien tiene privilegios y usted no?; ¿qué se siente y qué se quiere si alguien goza de impunidad y usted no?; ¿qué se siente y qué se quiere si su patrono no incrementa, merecida o inmerecidamente sus beneficios? Ahora, luego de haberse respondido estas preguntas, ya pueden entonces proceder a establecer juicios…, si, también del autor.

Hemos mencionado varias cosas relacionadas con el sentimiento del chavismo sin embargo no nos hemos detenido a ver que realmente es este movimiento como ideario, y aquí empiezan los 

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