miércoles, 13 de julio de 2016

Qué pasará en Venezuela a nivel ecoNOsocial

Es obvio que para solventar la crisis y comenzar la recuperación del país primero se debe resolver lo político y lo económico (a mi entender en ese orden), luego vendría el tema social, no por ser menos importante sino por ser lo más complejo y lo que requerirá de más tiempo. La expectativa de la mayoría es que luego de cambiar el gobierno, y con él, el modelo, el país mejorará en todos los ámbitos, y siendo sensatos, en las actuales circunstancias, un cambio de modelo por vía pacífica, efectivamente debe llevar solo a mejoras, ahora bien si damos esto por sentado, los puntos relevantes para una discusión serían entonces: serán suficientes estas mejoras; el costo a pagar por los menos favorecidos (perdonen la redundancia) será soportable  y no dejará heridas abiertas de caras a los futuros eventos electorales; será el tiempo requerido para que estas mejoras lleguen a los más necesitados lo suficientemente corto para que evite un reaccionar político-electoral de aquellos que pasarían a ser la nueva oposición.

Todos los expertos y también los cultos y hasta los legos, coinciden en que resolver los problemas económicos será un tema trivial que en el corto plazo ya tendría resultados concretos, y que el tiempo que llevaría la recuperación económica “total” no sería mucho en términos relativos, lo que sea que esta relatividad signifique (quien diría que hasta Einstein le serviría como coartada a los economistas), pero olvidándonos de
los aspectos técnicos si le echamos un vistazo a las economías de otros países equivalentes a Venezuela se podría asegurar que efectivamente resolver el tema económico no sería nada complicado.

Sin embargo he aquí donde surge una litle duda: que significa “resolver el tema económico” para cada uno de los miembros de la sociedad, será lo mismo para el productor que para el consumidor; será lo mismo para el comerciante que para el Industrial; será lo mismo para las clases alta y media que para la clase pobre; será lo mismo para la clase media empresarial que para la clase media asalariada; será lo mismo para la clase trabajadora (entendiendo todo aquel que trabaja) que para la aquellos amoldados ya, al rentismo/populismo; y una duda más relevante, le importará a cada uno de estos sectores lo que significa ese enunciado para los otros sectores. Obviamente siempre tendremos sectores con más poder (del de verdad, no del que se predica en tertulias democráticas) que otros, y esta va a ser una máxima con la cual nos debemos manejar hasta el final de los tiempos, lo que si la humanidad pueda cambiar, es que más poder no signifique “más derechos”, lamentablemente  en la actualidad ese es el justo significado y uno de esos derechos es que los sectores con más poder piensan que hasta que no se resuelva “enteramente” su tema económico, no es técnicamente posible ir resolviendo en paralelo el tema económico de los de menor poder (pero democráticamente empoderados). 

Ahora bien, independientemente se llegue a un entendimiento de la resolución de la cosa económica, una cosa es que resolver el tema económico sea simple y otra cosa es que dicha “resolución” sea sostenible en el tiempo y en razón de esta sostenibilidad es que aquellos que creen que su mesiánica mano invisible lo resolverá todo (vaya voto de confianza que se le da a esa mano) deberían pensar, desde sus propios intereses, un poco más en los aspectos político y social y ver como a futuro se manejarían los siguientes aspectos.

Para no sacar a los expertos tan bruscamente de su zona de confort, comencemos hablando de los aspectos más cercanos al tema político-económico: qué vamos a hacer con los acuerdos económicamente nada ventajosos ya establecidos con organizaciones como Caricom y como serán los nuevos acuerdos; qué vamos a hacer con las empresas adquiridas (con la ayuda del gobierno) por empresarios afectos a los líderes del actual gobierno; qué vamos a hacer con las empresas (nacionales y extranjeras) que se consolidaron gracias a la destrucción de “empresas opositoras”; qué vamos a hacer con la repatriación de todo el dinero robado a la nación, será posible o simplemente será el gran negocio para nuevos (o para los mismos) empresarios; qué vamos a hacer con las apetencias de las “empresas opositoras” que querrán recuperar el tiempo y el dinero perdido en estos 17 años, en menos de 6 meses; cómo vamos a revertir el lucrativo negocio de todos los comerciantes de importar productos de 4ta y 5ta calidad y venderlos a precio de 1era.

Lo anterior apuntaba a temas económicos pero y que hay con lo más cercano al tema social: qué vamos a hacer con la proliferación de subtrabajos que son muchísimos más rentables que los trabajos formales; podremos ofrecerle por ejemplo a un mototaxista un empleo lo suficientemente bueno para que deje su actual labor y con ello se puedan recuperar los espacios de la ciudad tomados por estos trabajadores; qué vamos a hacer con los servicios baratos (Internet, telefonía, TV, electricidad, etc.) a los que la gente ya se acostumbró y más aquellos que son brindados por empresas del Estado; qué vamos a hacer con los medios de comunicación adquiridos legalmente por piezas de este régimen; qué vamos a hacer con todas las pensiones ilegítimamente legítimas que fueron adjudicadas; qué vamos a hacer con las consecuencias sanitarias de haber consumido durante tantos años productos (no solo alimenticios) sin controles sanitarios; qué vamos a hacer con los profesionales graduados sin los niveles de excelencia apropiados; qué vamos a hacer con los módulos de médicos cubanos que prestan un servicio gratis, siempre disponible y de calidad  (desde el punto de vista de quien lo recibe); qué vamos a hacer con la generalizada mentalidad delincuencial de pequeña escala de trabajadores y comerciantes; qué vamos a hacer con los complejos habitacionales (y muchos de sus habitantes) ya construidos pero mal diseñados (desde el punto de vista de la Planificación Territorial); qué vamos a hacer con la influencia de la delincuencia (a todo nivel) sobre los encargados de cambiar o recomendar las leyes; qué vamos a hacer con las estructuras construidas que de seguro  no cumplieron con los parámetros antisísmicos establecidos; qué hacer con los seudosindicatos; qué pasará con la actual ley del trabajo; qué vamos a hacer con al menos el 30% (sí 30, no nos engañemos con que el número coyunturalmente pueda ser menor) de la población que de corazón insiste en que este socialismo es la vía; la verdad es que esta lista mientras más vayamos a lo trivial se hará cada vez más larga por lo que es mejor dejarlo hasta allí.

No cabe duda que los expertos dirán al unisonó que esto se resuelve con tres ingredientes: subsidios directos temporales; mano dura; decisiones popularmente impopulares pero firmes y
politicoeconómicamente correctas; y con aquello que todo lo cura, el tiempo, (perdón eran cuatro). Pareciera que la lógica y los libritos apoyan esta hipótesis, sin embargo existe una variable que siempre se olvida al momento de comenzar a aplicar acciones para el cambio, y es la de la sostenibilidad de este. Aún cuando se piense que con una formula sencilla los problemas sociales anteriormente planteados se resolverán fácilmente, el problema es que si cualquier nuevo modelo esta destinado a durar solo un periodo presidencial, obviamente solo va a servir para que unos cuantos obtengan lucros y pasen facturas que “compensen” lo que dejaron de percibir durante estos 17 años. Nunca he estado en desacuerdo en que hay que hacer lo correcto así se deba pagar un alto precio, pero recordemos que ya sea que se trate de una población o de países socios agrupados, para aquel que ejerce el poder político (o lo detente) antes de tomar una acción primero deberá pensar en cuidar votos futuros y votos es igual a gente contenta.

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