jueves, 7 de julio de 2016

¿Realmente le conviene al mundo que Venezuela cambie?

Cuando se habla de que Venezuela debe cambiar y para ello necesita la ayuda internacional, pareciera que no nos hemos detenido a pensar de manera profunda y profusa si a la comunidad internacional (anterior y actual) le convino y le conviene este cambio. Si nos atenemos a la simbolización democrática, la respuesta obvia seria “Sí”, le conviene, pero deberíamos preguntarnos antes de emitir una respuesta tan rotunda, cuál es el peso real que le daría determinado gobierno a la aclamada democracia de otros países (aliados o adversarios) en contraposición a los intereses capitales de dicho país. 

Empecemos por ver los países que han sido durante estos 17 años aliados del gobierno chavista. ¿Qué han obtenido estos países (por cierto, siempre a través de los empresarios de esos países)?: Suministro de petróleo bajo condiciones insólitas (financieramente hablando); renegociaciones de deuda excesivamente ventajosas; creación de mercado para los productos elaborados y para los servicios prestados por sus empresarios; destrucción de la competencia interna; obtención de favorables concesiones sobre los recursos naturales de la nación, lesivas para esta; posiciones negligentes a su favor en temas territoriales; construcción de infraestructuras en sus países solo a cambio de colocarle el nombre del ilustre personaje galáctico, o más bien diría yo, intraterrestre; en general muchos beneficios y como perjuicio
solo tener que aguantar las maneras de un vecino “no demócrata”.

Ahora veamos algo más importante,  que perderían si se produjese un cambio: obviamente ya no habría nuevas condiciones favorables para el suministro petrolero, incrementándose los costes energéticos (directos e indirectos) de sus ciudadanos; las renegociaciones de deuda no serian tan favorables; pasarían a revisión muchas de las  adjudicaciones hechas; ya no encontrarían posiciones tan indolentes en los acuerdos y tratados; se crearía competencia para mercados regionales; podríamos decir que se reduciría o acabaría la ventaja competitiva que actualmente tienen sus empresarios, pero ya esto está sucediendo por falta de divisas para contratar; dejarían de obtener generosas dadivas ocultas tras un manto de convenios bilaterales; saldrían a la luz muchas actos de corrupción con empresarios y políticos de estos países; pondrían en riesgo pagos pendientes asociados a contrataciones no ajustadas al marco legal; y tendrían (por aquello de la reciprocidad) que mantener los nombres de sus infraestructuras...

Pasemos ahora a revisar la situación de los otros países socios que no han estado mediáticamente apoyando a este gobierno. Estos pareciesen no haber recibido nada, sin embargo: siempre han tenido mercado para colocar sus excedentes incluso para colocar sus “productos basura”; cuando han tenido esta oportunidad han obtenido una ganancia mucho mayor, producto de negociaciones de emergencia; se le ha eliminado competencia regional para sus empresarios; han pasado a ser los “dueños” de los ahorros de los ciudadanos. A pesar que el crecimiento esperado cuando el país cambie requeriría en el corto plazo la necesidad de sus servicios y productos, ya para el mediano plazo el país podría estar autoabasteciéndose y a largo plazo convirtiéndose en competencia regional para sus productos y servicios, así mismo se convertiría en el principal receptor de nueva y escasa inversión extranjera y mucho del capital que los ciudadanos tienen en el exterior escaparía de su sistemas financieros.

Mención aparte requieren los E.E. U.U., ya que siempre han estado con una posición claramente vacilante en lo que respecta a su relación con Venezuela. Un análisis somero podría llevarnos a concluir que están evitando de todas las formas posibles ser tildados de responsables por cualquier situación que se pueda presentar en Venezuela que le permita al actual gobierno conquistar la solidaridad nacional e internacional, ya que si algo deben haber aprendido con los más de 50 años de su enfoque hacia Cuba es que para lo único que sirvió fue para que tanto externa como internamente se le vea como el responsable de la mala situación cubana. Sin embargo aunque esta razón pudiese ser suficiente para mantener dicha posición con Venezuela, la realidad es que mientras este país no sea una amenaza terrorista, puede ser socialista, comunista o castrista y E.E. U.U. no gastará sus energías ni dinero en apoyar un cambio, cuando tiene preocupaciones muchisisisimo más mayores, más si a eso le sumamos el desinterés que pudieron haber tenido en que un productor petrolero de la región aumentase su producción. Eso sí, siempre agradecerán profundamente al gobierno venezolano dos cosas: que aceleraran su “independencia” petrolera y que le aportaron unos puntos a su PIB con los ingresos que le han generado a los tribunales americanos todos los corruptos que la revolución ha exportado.

Trate de hacer un ejercicio para ver por qué (olvidándonos de la retórica democrática) le puede convenir a estos países que se produzca un cambio en Venezuela y lo único que se me ocurrió es que sea por la generación de nuevas oportunidades de inversión, pero en los actuales momentos ya no hay abundantes en el mundo, además las inversiones deberían ser por el largo plazo pero nos preguntaríamos, de que tamaño es el riesgo que el cambio solo dure un periodo presidencial (?). Por otro lado alguien podría pensar que de lo que se trata es de buscar la estabilidad en la región, pero y es que realmente después de tener más de medio siglo con el modelo cubano se puede pensar en que la posibilidad de la inestabilidad es realmente algo verosímil. 

La buena noticia es que todos estos procesos son cíclicos por lo que quizás en una futura y pronta nueva fase donde el mundo se encuentre en mayor recesión, tener un país que requiera de muchos préstamos y de mucha inversión con altos retornos puede ser un escenario lo suficientemente atractivo para que si resulte conveniente un cambio…   

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